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viernes, 20 diciembre
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“Nueva York, ego fui” recibe los aplausos del auditorio López Torres de Tomelloso

NY ego fui 4

La verticalidad de Nueva York envolvió el abarrotado Auditorio López Torres, desde el principio y brillantemente resuelta. El centro del mundo pasó este viernes de la Gare de Perpiñán (como tantas veces) a la ciudad que nunca duerme, reflejada, poesía y música mediante, en Tomelloso.  El público, conmocionado a veces y sorprendido casi siempre, aplaudió, y mucho, cuando cayó el telón virtual de “la presentación de un proyecto poético-musical”: Nueva York, ego fui. Sonia Ruiz nos envolvió con la voz, sugerente, cálida, brillante y Cristina Rodríguez con la música, precisa, necesaria, única, magnífica… A la vez, o de una en una, sin dejarnos libre ni una micra de sentido.

Bogas Bus

La caótica entradilla, compuesta con las notas tomadas durante el espectáculo, es reflejo de las sensaciones que recibimos, a borbotones y sin solución de continuidad. Nueva York, ego fui, como todos nuestros lectores deben saber, es un proyecto artístico que une la poesía, el teatro y la música, ideado por Sonia Ruiz Parra y Cristina Rodríguez Chacón.  La megalópolis vista por los poetas españoles del XX y XXI, como así refleja  el título, una locución completamente yanqui  a pesar del latín: “yo estuve allí”.

La velada comienza con un vídeo de Roberto Carretero, aka Gobi. En él nos explica en que consiste el proyecto, con verticalidad, brillantez y brevedad. Esa verticalidad que tanto repetimos quedó patente en el escenario con una escalera de madera, siempre presente.

Las intérpretes fueron engarzando poemas, música y situaciones. Pasaron de la ligereza de las poesías dedicadas a Audrey Herpburn, al horror del Apocalipsis de Dionisio Cañas, presente en el acto, o a la despedida con Hierro. Sin tregua, convincentes, resolviendo las situaciones dramáticas con brillantez.

Sonia Ruiz, a nuestro juicio, estuvo brillante, dándole a cada poema la interpretación precisa, sin excesos. Una actriz como la copa de un pino. Cristina Rodríguez compuso e interpretó la esencia musical de cada poema. Fue capaz de desentrañar la melodía que cada pieza poética llevaba dentro y ofrecérnosla.  La del viernes fue una conjunción que raras veces se da y que el respetable premió con una gran ovación.

Además, pusieron en valor el adagio de Gracián: duró lo justo (“¿Ya?”, decían nuestros vecinos de asiento), algo muy de agradecer en los tiempos que corren.

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