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jueves, 19 diciembre
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Markus Mayer: “La Vespa es una pasión”

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Markus Andre Mayer es un véspero de pro, pero sobre todo es un tipo de palabra. Es un alemán de Múnich que recorre Europa a lomos de su Vespa y que este jueves llegó a Tomelloso, desde Croacia, para participar en el Encuentro Nacional de Vespas y Lambrettas que organiza el Club Vespa Tomelloso. Lo ha hecho por una promesa que les hizo en Madrid, «con una gota de vino». Cuatro mil kilómetros, de Baviera a los Balcanes y de ahí al centro de la Península Ibérica.

Nos acercamos a la sede oficiosa de los vésperos, el bar “La fragua”, entre jarras de cerveza, caracoles y callos nos va contando su periplo. Cercano y afable, sonríe y saluda, todos quieren abrazar al héroe. Insiste en repetir «yo no soy guiri», pues ha vivido en Málaga y Madrid. Para Markus la Vespa es una pasión, una forma de vida, es el vehículo más romántico.

Salió de Múnich el 2 de junio  «Primero fui a Austria, al Vespa Al Day, un evento en el que participaron unas 1.300 personas. Cuando acabó me desplacé a Croacia, a Biograd, pasado por Eslovenia, a otra concentración de Vespas, ésta con 7.000 personas». Se ha metido entre pecho y espalda (y a lomos de su Vespa) casi 4.000 kilómetros  «Lo primero era una ruta de 1.200 Kilómetros y de Croacia a Tomelloso 2.685».

En su perfecto, aunque rígido español nos cuenta que es un entusiasta de la Vespa «En el último año he hecho un tour por toda Europa, 31 países y 22.500 kilómetros ».

Markus es un usuario avezado de las Redes Sociales y en Facebook va dejando constancia de toda su actividad, incluso su periplo hasta Tomelloso. Por esa red pudimos saber que el primer día de ruta averió la moto. «He tenido que abrir mi motor enteramente y hacer un poco de mantenimiento porque se había gripado. En una gasolinera lo desmonté y liberé los segmentos y, ya está, arreglado».

Nos interesa saber la razón de que un aguerrido bávaro sea un fan de este scooter latino. «Yo era muy aficionado al cine americano, Vacaciones en Roma, claro. O los filmes italianos en los que aparece Sofía Loren subida en una Vespa. Aquello me dio la ilusión de querer hacer una cosa así algún día, con mi novia. De facto no tengo novia y los sueños a veces crecen, fui de Alemania a Capri, he dado la vuelta a Europa y ahora estoy en Tomelloso».

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Asegura que lleva 22 años montando el scooter italiano «me inicié con una Lambretta y cambié a la Vespa con 18 años. La prefiero».

Y conoció, nos cuenta, a estos locos de Tomelloso en el Aniversario del Vespa Club Madrid «compartimos mesa y una gota de vino y ya está, nos hicimos amigos. En principio no iba a venir, es una locura ir a Austria, Croacia y venir a Tomelloso, pero ya está hecho, ya estoy en Tomelloso».

Torre de Gazate Airén

La Vespa es distinta a otra motocicleta. «Es una pasión. La gente te ve diferente, tú vas en una Harley o una BMW y nadie se da cuenta. Con una Vespa la gente te ve, y a lo mejor, te saluda. A los niños les gusta la Vespa. Puede ser que la abuela que te ve pasar y sonríe en el semáforo tuvo su primera cita con una Vespa. Es un sentimiento que no existe con otra moto. Tiene un halo de romanticismo».

Markus, a pesar de la vida que se pega, no es rico heredero «ahorro mi dinero. Yo vivo muy frugalmente y ahorro para viajar. Viajar es una adicción mía. No tengo coche, solo el de empresa, casa pequeña, no tengo contrato de móvil, no gimnasio, no gasto el dinero en tonterías. Lo ahorro para viajar: viajar abre la mente».

Un bávaro en una moto mediterránea parece un contrasentido. «Es una pasión. En el norte la gente no tiene tanta pasión. Yo me siento un poco más latino. Mi sitio preferido de Europa es España, es cierto. Estuve dos años viviendo en Málaga, me sentí en casa, más que en Alemania. Allí solo se piensa en trabajar, trabajar, trabajar, a diario, tener grandes casas y coche… y aquí hacemos lo que queremos».

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