Este sábado, en la parroquia de la Asunción, el periodista Juanjo Madrigal pronunciaba el Pregón de la Semana Santa que se presiente. Madrigal venía con la intención de no dejar indiferente a nadie, llevaba en el pregón dosis de actualidad y las vivencias del propio pregonero como hermano cofrade. Juanjo Madrigal pretendía, además, dar más sentido a la Semana Santa, no solo en los actos culturales, sino en cómo se vive desde el cristianismo.
Madrigal se descalzó los zapatos de pisar alfombras y se puso las botas para llenarse de barro, para sumergirse hasta las corvas de las sensaciones vividas en la Semana Santa de Tomelloso. Empezó en el Domingo de Ramos, describiendo la procesión de la borriquilla, comparando aquel “¡bendito el que viene en nombre del Señor!” a aquel “¡crucifícalo!”. Hay que ser cristianos alejándonos de la Jerusalén en la que vivimos, venciendo contradicciones y situándonos “en la primera línea de acción y buscar una sociedad más justa, más creíble, más libre y más solidaria”.
Jueves Santo, túnicas tendidas como anuncio de lo que se avecina. La Oración del Huerto se le antoja al pregonero como un epítome de la vida misma: malos ratos, sinsabores y esfuerzos, “El mismo que supone meter el hombro debajo de un paso”. Madrigal compara el abandono del Hijo de Dios con el de tantas personas dejadas por los estamentos y los nuevos fariseos. Pide a los políticos que se “ciñan la toalla”, humildemente, como hizo Nuestro Señor, para servir a los demás. También pide a las Hermandades a que no solo busquen la manifestación cultural, sino “que se comprometan en su labor solidaria antes, durante y después de la Semana Santa”. A la autoridades eclesiásticas les pidió que hagan lo necesario que las hermandades sientan el aliento de la Iglesia.
Llegamos al Viernes Santo, por la mañana, el pregonero entresaca de la procesión el rostro de Jesús Pobre, cargado con la cruz, asumiendo todos los males ajenos. Ya en la procesión de la tarde, la del Santo Entierro, Madrigal compara el padecimiento de Cristo con el de esas personas que sufren sobre el Gólgota contemporáneo. Cristo agonizante interrogándonos sobre nuestros actos, llamándonos a ser “Cirineos de nuestro tiempo” para luchar contra las injusticas que asolan la tierra.
El Silencio. La calle como vía crucis y la cruz como guía de la vida. El silencio. Como reflexión, como pregunta y respuesta, “como grito de auxilio cuando las cosas se tuercen”. Compara el silencio de María, su padecimiento, con el de millones de mujeres, “las dolorosas de nuestro tiempo” que también lloran a sus vástagos
Por fin, tras la Pasión, llega el fin último: la Resurrección. Madrigal describe la procesión de El Resucitado, su luz, su gracia. El pregonero quiere que la noticia de la Resurrección nos conmine a pensar que otro mundo es posible.
Abogó, para acabar, para que más allá de la expresión cultural, rememos en la misma dirección para ser “capitanes de un barco que navega sobre los mares de la dignidad, la igualdad y la justicia. Porque, una vez más, Dios no hace distinciones”.
La Hermana de Honor de la Semana Santa del 2015 ha sido Carmen Mayorga Martín del Campo “una de las mujeres que cuando la Semana Santa estaba en declive, se atrevieron a empezar a fundar hermandades, a realizar trabajos para que creciese”.