Luis Landero será el Mantenedor de la LXIV Fiesta de las Letras. El próximo 30 de agosto, en el Teatro Municipal de Tomelloso. Viene a festejar el mundo de las letras, pero también a recordar a Félix Grande. Al amigo y escritor irrepetibles. Nos cuenta que Tomelloso le ha salido al paso, desde chico, de la cercana lejanía que hay entre Extremadura y La Mancha, o de su nuevo libro y que si los pobres no cambian el mundo, ¿quién tiene narices a hacerlo?
Luis Landero (Alburquerque, Badajoz, 1948) se licenció en filología hispánica por la Universidad Complutense, ha enseñado literatura en la Escuela de Arte Dramático de Madrid y fue profesor invitado en la Universidad de Yale (Estados Unidos). Se dio a conocer con Juegos de la edad tardía en 1989 (Premio de la Crítica y Premio Nacional de Narrativa 1990), novela a la que siguieron Caballeros de fortuna (1994), El mágico aprendiz (1998), El guitarrista (2002), Hoy, Júpiter (2007, XV Premio Arcebispo Juan de San Clemente), Retrato de un hombre inmaduro (2010) y Absolución (2012), todas ellas publicadas por Tusquets Editores. En septiembre saldrá a la venta El balcón en invierno.Ha escrito además el emotivo ensayo literario Entre líneas; el cuento o la vida (2000), y ha agrupado sus piezas cortas en ¿Cómo le corto el pelo, caballero? (2004).
Sus obras han sido traducidas a varias lenguas. Luis Landero es ya, uno de los nombres esenciales de la narrativa española.
—Mantenedor de la LXIV Fiesta de las Letras, don Luis.
—Ahí es ná. Algún día se lo contaré a mis nietos.
—Parece extraño que esta celebración a las letras, al arte y la cultura perdure en el tiempo….
—Desde luego, porque el arte y la cultura han ido yendo a menos y ahí, en Tomelloso, parece que no os habéis enterado de la crisis espiritual que nos aflige. Nunca, jamás, debe desaparecer algo tan hermoso.
—Por curiosidad nada más, ya sabe cómo somos en los pueblos, ¿se ha presentado a algunos de los certámenes de la Fiesta de las Letras?
—No. Nunca me he presentado a ningún premio o certamen
—Tomelloso le ha salido muchas veces al paso, señala en el Saludo del Libro de Festejos.
—Yo tuve en el colegio un amigo de Tomelloso. Se llamaba Emigdio Jiménez, y me invitó a pasar unos días en su pueblo. Yo tenía entonces 8, 9, 10 años. Era el primer pueblo que veía después del mío. Luego, cuando me aficioné a los libros, Tomelloso era una cita inexcusable. Un poeta por aquí, un novelista por allá, un pintor, un viajero, un personaje de ficción…
—Los manchegos y los extremeños estamos ahí mismo, al lado como quien dice, pero sin tener nada que ver, ¿a qué cree que se debe?
—Buena pregunta. Supongo que uno tira para Castilla y otro para Andalucía. O quizá es que los dos estamos como en tierra de nadie.
—¿A los pobres sólo nos queda el humor y la mala leche?
—Sí, pero con el humor y la mala leche se pueden hacer muchas cosas. Por ejemplo, rectificar el rumbo de la sociedad. Por lo menos esa es la esperanza que tengo. Si los pobres no cambian el mundo, ¿quién coño lo va a hacer?
—Ya mismo sale a la venta “El balcón en invierno”. Adelántenos lo que vamos a encontrar en la novela.
—Creo que es el mejor libro que he escrito, el más verdadero, y trata de mi vida (infancia, adolescencia y primera juventud) y de la vida de los míos, y de los dos mundos en que me he criado: el campesino y el urbano. Lo ancestral y lo ultramoderno.
—Parece mentira lo que ha cambiado todo en tan poco tiempo, ¿no le parece?
—Han pasado varios siglos desde que yo fui a Tomelloso allá por los años 50.
