Hasta el 22 de junio, se pueden contemplar en la Sala CICATO de Tomelloso la exposición “Hora de Parcas” de Santi Lara, en ella cuelga una veintena de obras de sus proyectos La Montaña del Diablo y Reset Cinema.
Santiago Lara (Tomelloso, 1975) es licenciado en Bellas Artes con máster en Investagación en Arte y Creación por la Universidad Complutense de Madrid. Comenzó su formación en la facultad de San Carlos de Valencia, finalizándolos en la Complutense. Ha realizado cursos en la Faculté d´Arts Plastiques de Bordeaux y tras dos años en Francia, principalmente en París, se instala en Asturias, pasando temporadas en Berlín, donde realiza proyectos y exposiciones en lugares como la Kunstlerhaus GlogauAIR y la Bethanien Kunstraum Kreuzberg.
Entre sus premios y becas se encuentran la Beca AlNorte, Beca Cajastur para artistas, el premio nacional de pintura Antonio López García, la Muestra de Artes Plásticas del Principado de Asturias, premio Francisco Carretero (Diputación de Ciudad Real) y las ayudas a la producción de LAboral Centro de Arte. Su obra ha sido exhibida en lugares como LAboral Centro de Arte, la Sala Borrón, Galería Cornión, Arte Lisboa, Galería Guillermina Caicoya, Arte Santander, Just Madrid, Saatchi Gallery de Londres, “Jugada a tres bandas”, Mulafest, Galería Gema Llamazares de Gijón y Liebre de Madrid.
Compagina su trabajo pictórico individual con la experimentación audiovisual del colectivo Laramascoto.
Acción Narrativa
El universo plástico de Santiago Lara camina entre lo onírico y lo narrativo. Básicamente hay dos fórmulas dentro de la pintura a lo largo de la historia del arte: una es la acción narrativa, y la otra es la apuesta por la estética como fin único. La obra de Santiago Lara se decanta sin fisuras por la primera opción.
Estamos demasiado acostumbrados en los últimos tiempos a comulgar con ruedas de molino, una y otra vez, viendo obras que necesitan de un enorme atrezzo literario para que éstas puedan ser digeribles, sin embargo la obra de Lara se defiende por sí sola, cada una de las piezas (odio esta palabra con la que los galeristas y críticos suelen definir a las obras) se ve a simple vista que guarda una historia. Son escenas, en la mayoría de los casos, muy intrigantes, a veces incómodas, porque nos trasladan a unas realidades duras sin ningún tipo de analgésicos. No es necesario llegar a conocer el relato que pueda ofrecer el autor para encontrarnos cara a cara con nuestros propios fantasmas.
Su obra está influenciada por el neoexpresionismo y la transvanguardia, los últimos movimientos figurativos, pero este humilde espectador también encuentra iconografías relacionadas con el pre-renacimiento flamenco, la pintura barroca, y los distintos lenguajes figurativos post-románticistas. Compositivamente hablando, su aparente caótica relación de elementos es en realidad una concienzuda y estudiada composición que demuestra los conocimientos técnicos del artista.
En un entorno como el nuestro, en el que la figuración de tendencias realistas limita en exceso la capacidad de asimilar otros lenguajes, se hace necesario reivindicar en Santiago Lara un dominio técnico del color y la composición necesarios para que sus cuadros destilen toda esa fuerza y dramatismo que hace que nos sobrecojamos. No es casual, por lo tanto, que este artista tomellosero —uno más— haya recibido tantos premios, y que su obra esté en museos, y viaje a todos los grandes acontecimientos artísticos siendo habitual en todas las ferias de arte más prestigiosas.