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viernes, 22 noviembre
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Semana del Alzheimer: Centro San Rafael de Tomelloso

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Se llama San Rafael, aunque bien hubiera podido llamarse “Centro María Torres”, pero ella, María Torres, nunca quiso que su nombre apareciera, rimbombante, en ningún cartel, ni placa, ni lugar alguno. Sí que pidió que llevara el nombre del Arcángel a quien tenía especial devoción, San Rafael, de quien su casa de la calle Hernán Cortés,  conservaba una imagen de esas grandes y hermosas. María sí quiso que cuando ella ya no estuviera entre nosotros, San Rafael viniera a vivir al Centro de Día que para siempre.

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María fue una mujer generosa y desprendida, debió entender muy bien aquello de que nunca se ha visto cortejo fúnebre alguno que detrás llevará un camión de mudanzas. Tan claro lo tuvo, que no espero y quiso donar, en vida, muchos terrenos de su propiedad en los que hoy se llevan a cabo hermosas acciones de Tomelloso, como los pisos tutelados de la Fundación AFAS en su mencionada casa de la calle Hernán Cortés,  el Centro Teresa de Calcula de Cáritas Interparroquial en la Calle Oriente y, en la misma calle y lindando, pues era el mismo solar, nuestro Centro de Día San Rafael, centro de estancias diurnas especializado en enfermos de Alzheimer y otras demencias.

Con bastantes dificultades, que muy bien supo torear aquella primera Junta Directiva de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Tomelloso, vio la luz “oficial” el Centro San Rafael el 7 febrero de 2007, aunque ya desde mediados de 2005 había comenzado a prestar sus servicios a enfermos de Alzheimer y sus familias.san-rafael-tomelloso

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En la actualidad el Centro San Rafael, que cuenta con una capacidad para 40 usuarios, tiene una ocupación del 85% entre plazas públicas y privadas, con estancias diurnas de 9 a 17:30 o de 9 a 14:00. Presta una atención diferenciada e individualizada a pacientes según en qué fase de la enfermedad se encuentren, inicial, intermedia o avanzada. Un equipo de profesionales que ponen alma y vida a lo que hacen,  psicóloga, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional, trabajadora social y auxiliares de enfermería,  llevan a cabo las distintas terapias con los pacientes. También dispone de programas de atención individualizada sin estancia, indicado a pacientes que se encuentran en fase inicial con un diagnóstico temprano.

Las actividades que se realizan en el Centro son muy diversas, todas ellas encaminadas al estímulo sensorial, físico y cognitivo de los usuarios: ejercicio físico, entrenamiento en autocuidados, actividades de entrenamiento cognitivo, programas de musicoterapia, programas de risoterapia, terapia con animales (con la colaboración del centro SoulCan), terapia de cultivo y cuidado de plantas, manualidades, terapia con Smartbrain (herramienta digital terapéutica para cuidar y tratar el deterioro cognitivo en casos de Alzheimer, Parkinson, ictus, daño cerebral) y clases de pintura y dibujo impartidas por una voluntaria.

Cuenta también con una Sala multisensorial o Snoezelen que es un espacio dedicado a la relajación y actividades donde la estimulación puede ser controlada, dirigida, intensificada o reducida. Un lugar donde trabajar las necesidades terapéuticas de cada usuario, teniendo en cuenta que éstas variarán en función de los aspectos físicos, psicológicos y sociales de cada paciente.

El Centro San Rafael no sólo quiere ser centro terapéutico y de respiro, sino también quiere ser un espacio de referencia, cercano a las familias y cuidadores, en donde compartir experiencias y desde donde poder ayudar a otras familias que comienzan su andadura en el Alzheimer y no encuentran respuesta a sus preguntas. Bajo el lema “cuidando al cuidador”, llevaremos a cabo a lo largo del curso distintos encuentros entre familiares, conferencias, talleres y jornadas de formación para cuidadores.

María no quiso ni placas, ni nombres, aunque bien se merece mucho, pues por menos han ido dando calles. Hablando de calles, me consta que Marisa Lahoz, miembro de aquella primera Junta Directiva, lanzó la iniciativa de una calle que llevara el  nombre de María Torres, pero por algún motivo que desconocemos, aquello no dio fruto.

Yo, humildemente, y  asumiendo los riesgos de enfado de la desaparecida benefactora tengo una carpeta en el ordenador en donde guardo los proyectos y los sueños que desde el Centro San Rafael nos gustaría ir realizando con el nombre “Proyecto María Torres” ¡Seguro que un buen capote nos echa pidiéndole al Arcángel que interceda por ellos!

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