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domingo, 21 abril

“La Fiesta de las Letras hace más grande a Tomelloso”

Gracia trinidad

Enrique Gracia Trinidad (Madrid, 1950), es el reciente ganador del Premio de Poesía “Eladio Cabañero” de la LVX Fiesta de las Letras de Tomelloso con el poemario “Al final de la escalera”. Gracia Trinidad es un prolífico autor, con más de 20 publicaciones a sus espaldas. Es además actor, pintor, promotor cultural y conferenciante.

—Decía Lupe Grande, durante el fallo de los premios, que la vida de Enrique Gracia Trinidad “es una vida entregada a la poesía”

Le agradezco a Guadalupe Grande esa afirmación tal vez un poco exagerada. Más de 20 poemarios y muchas actividades alrededor de la poesía dan sin duda el perfil que ella indica, pero la vida también está en la familia, los amigos, otros trabajos, otros gustos. Digamos que mi vida está en clave poética pero compartida con otras muchas claves, lo que por otro lado es absolutamente normal.

—Pero además es pintor, actor, promotor cultural… ¿Cómo puede expresarse en tantos campos aparentemente tan dispares?

No tan dispares en el fondo. Pintar, hacer teatro, dar conferencias y recitales… todo está dentro del mismo área de la cultura. Desde siempre me he movido cerca de la cultura, desde hace casi 25 años en exclusiva y antes compaginándola con otros trabajos en los que ganarme la vida. En todo caso, conviene puntualizar: Actor, pero de voz (algo parecido al doblaje o a la radio) y caricaturista y dibujante de viñetas más que pintor; lo de la promoción cultural sí, sobre todo en el ámbito de la divulgación como independiente, más que en la promoción como trabajo, aunque sean esas cosas de las que como.

—Aunque sea una pregunta manida ¿qué va a encontrar el lector en “Al final de la escalera”?

Quisiera que encontrase una voz que intenta explicarse la vida y explicársela a los demás; con su belleza y su horror, con sus claroscuros, con su ironía, con su sorpresa continua, con su alegría y su duelo. Me interesa el lector como cómplice, el lector dispuesto a jugársela leyendo como yo me la juego escribiendo, sin miedo a las ideas o a las palabras. Poemas de apariencia sencilla, pero muy elaborados en su mayoría. Siempre he buscado lo mismo en todos mis libros, que el lector haga suyo lo que le doy, porque una vez escrito ya no me pertenece, le pertenece a él.

—Para un poeta tan laureado como Enrique Gracia Trinidad, ¿qué supone para usted este premio, el Eladio Cabañero?

Los premios siempre son la constatación de un trabajo. Aunque lleves mucho escrito y la mitad premiado, siempre estás examinándote, comprobando que lo que dices no es banal, que puede interesarle a alguien. De joven buscaba los premios para publicar mis libros, porque las editoriales no se interesaban, ahora que algunas lo hacen, los busco de vez en cuando para encontrar ese refrendo y constatar que no me repito en exceso. También, por qué no, para equilibrar el presupuesto, que los que trabajamos en cultura tenemos la crisis de siempre además de la crisis actual: doble crisis. Decía Machado «Debéisme cuanto he escrito» y nadie nos va a pagar por un libro la cantidad que un premio de estos nos proporciona, y los poetas también comemos, o al menos merendamos.

—El escritor que da nombre al galardón, el albañil poeta, o al revés… ¿le gusta?

¡Claro que me gusta, cómo no! Es una figura importantísima en la poesía del siglo XX, aunque a veces le hayan dado de lado, con calificaciones estúpidas. Algunos señoritos académicos de título universitario toleran mal que un autodidacta se ponga a su nivel. Yo nunca lo calificaría de albañil-poeta, porque entonces la gran mayoría debería poner su oficio junto a su condición de poeta y nadie dice profesor-poeta o publicista-poeta o empresario-poeta o lo que sea. También trabajó en la Biblioteca Nacional y en editoriales y como redactor jefe en revistas importantes. Fue una sensibilidad poética muy potente que trasciende a su amada tierra para convertirse en universal.

—La Fiesta de las Letras de Tomelloso es un referente literario y artístico ¿Qué le parecen iniciativas como esta? ¿Había participado antes en ella?

Lo cierto es que no lo conocía. Me estoy enterando ahora. Un ilustre tomellosero, el escritor José López Martínez me ha hablado muy bien de esta fiesta de las Letras. Que una población celebre este tipo de eventos, con mucha y buena parte literaria junto a otras actividades, creo que es un ejemplo en este país en el que la mayoría de las poblaciones dan mucha importancia a actividades lúdicas y se la quitan a las culturales. Ya digo: un gran ejemplo.

—Nos consta que conoce Tomelloso, de hecho estuvo aquí no hace mucho…

Acudí en noviembre del año pasado a la convocatoria de un poeta de aquí, Miguel Ángel Bernao, que organiza lecturas poéticas y musicales. Me lo había propuesto varias veces y al final conseguí un hueco para venir a estar junto a aficionados a la poesía de esta ciudad. Fue rápido pero agradable. Una iniciativa privada que merecería el apoyo del municipio porque Bernao se esfuerza mucho por la poesía.

—¿Sabe que Tomelloso es un vergel para las artes, especialmente la pintura y poesía?

Es indudable que la cultura se mueve bastante, aunque a los que nos dedicamos a esto siempre nos parece poco.

Sin duda, personajes de la categoría de Eladio Cabañero, García Pavón, Félix Grande, López Martínez, Antonio López, Buitrago y otros más olvidados, dan muestra de que esta tierra produce buenos frutos artísticos. La tradicional Fiesta de las Letras y sus premios literarios de tantos años indican que el Ayuntamiento se preocupa por la cultura y eso ayuda. Espero que sigan haciéndolo. Y ojalá los Tomelloseros sean conscientes de que estas cosas hacen a su ciudad mucho más universal.

—Después de más de 40 años de publicaciones ¿se sigue emocionando?

Si no me siguiera emocionando, dejaría de escribir, aún más, creo que sería un difunto vivo (permitidme el oxímoron). La emoción forma parte de la mejor sustancia de la vida; y la emoción llevada al arte, a la literatura, a la poesía hacen que la existencia merezca la pena. No conozco cóctel más apasionante que el que lleva pensamiento, experiencia y emoción a partes iguales, con unas gotas de buen humor y en vaso ancho y solidario.

—¿En qué anda metido, don Enrique?, si se puede contar, claro.

Digamos que en lo de siempre, seguir dando conferencias y haciendo teatro, dibujar viñetas, mantener mis talleres literarios y escribir, sobre todo escribir. Un par de libros de poesía en marcha, otros tres de prosas diversas y colaboraciones con otros escritores y artistas. La creación no sabe de jubilaciones. Si abandonas todo esto, no es que estés «enratonao» como dicen en La Mancha, es que te has muerto.

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