En el nuevo capítulo de La Lumbrera, el videopodcast de Santi Benito y Carlos Masó para Somos TV y Somos Podcast, la tapa se levanta para dejar pasar la voz de Ricardo Alameda, más conocido como Ricardo Beat, dueño de la mítica Sala Beat de Tomelloso. Figura clave para entender la escena musical manchega de los últimos 30 años, Alameda se sienta frente a los micrófonos para compartir anécdotas, discos y recuerdos.
“Antes de montar la sala ya hacía conciertos”, contaba Alameda, que rememoró sus inicios en El Combo y en pequeños festivales locales. “Montar la Beat fue una necesidad. Llevaba comprando discos desde los 14 años y el bar era una forma de compartir esa pasión”.
De The Dictators a Aileen Jewell: la historia viva del Beat
Desde que abrió sus puertas en 1997, la Sala Beat ha visto pasar por su pequeño escenario nombres míticos del rock y el garage internacional: The Dictators, Paul Collins, The Seeds, The Fleshtones, Osaka Monorail o Aileen Jewell, entre muchos otros.
“El día que tocaron The Dictators no sabíamos lo que iba a pasar. A la media hora el bar estaba lleno, la barra era una locura y no teníamos aire acondicionado suficiente”, recordaba entre risas.
Para Carlos Masó, aquel concierto fue un punto de inflexión: “Ricardo ha puesto a Tomelloso en el mapa musical”. Alameda, fiel a su estilo discreto, replicó: “Musicalmente puede ser, pero yo solo he hecho lo que me gusta”.
Vinilos, carteles y pisto manchego
En el episodio también se habló de la otra gran pasión de Alameda: los vinilos. “No me considero coleccionista, solo compro discos. Lo llevo haciendo desde los 14 años”, confesó. Su hospitalidad es otro sello de identidad: “A los grupos los llevaba a mi casa, les hacía pisto, queso y chuletas. Abrirles la puerta de tu casa te gana su confianza”.
El programa incluye además sus secciones habituales —On Repeat y Versionzacas— y una playlist con temas de Vetusta Morla, Niños Mutantes, The Donnas o Groovie Ghoulies, disponible en Spotify “mientras nos dejen”, como bromeó Santi Benito.
Al despedirse, Alameda reconoció entre risas: “Me ha costado porque estoy de resaca, pero la luz de La Lumbrera —o mejor dicho, su aire fresco— cura”.
