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domingo, 14 abril

Mis tintos favoritos

Sabéis que suelo recomendar de vez en cuando algunos vinos en mis recetas, eso se suele llamar maridaje, y es la cualidad que tiene un vino para sublimar aún más un plato y viceversa. Son apreciaciones sutiles y subjetivas de este entusiasta aficionado a la buena mesa. Particularmente, yo no puedo desligar la cocina de la bodega y en mis años de cocinero en restaurantes también intenté ser un humilde sumiller, incluso hice algún curso sobre el tema.

Aunque hay unas apreciaciones y unos valores de cata objetivos que tienen que ver más con la propia química del vino y su comportamiento objetivo sensorial en lo que se denomina nota de cata, lo cierto es que estamos hablando, igual que con las obras de arte, de sensaciones y emociones, y en ese estadio la subjetividad es fundamental.

En las últimas décadas el snobismo ha venido a suplantar la esencia pura del arte a golpe de billetera. No es cierto que el vino que más vayamos a disfrutar es el más caro, el precio de un vino parte de unos condicionantes de sostenibilidad económica y en los que tienen que ver  muchísimas cosas como son: La climatología, la poda, la forma de la vendimia, la elaboración, el reposo, y finalmente: la suerte.

Cada uno de nosotros preferimos un vino más que otro, igual que nos gusta más una u otra comida, un estilo musical u otro, etc. No obstante hay unos cánones de calidad que una vez superados solo es cuestión de libre elección a lo que hay que sumar la curiosidad de aficionado.

Todos los bodegueros y enólogos buscan la fórmula para hacer una obra de arte pero, al igual que cualquier artista, unos lo logran y otros no. La experiencia, el conocimiento y la intuición son fundamentales a la hora de elaborar el vino. En nuestra querida tierra la Mancha estamos dando los primeros pasos para conseguir los mejores caldos. Nos falta la cultura enológica de otros pueblos, el amor por el vino como producto sublime, y el amor por la viña como materia prima de la obra de arte. El cambio en el esquema mental desde la desmesurada producción industrial hacia la artesanía, con la importantísima aportación tecnológica, es necesario. Tenemos en cambio el mejor clima y la mejor tierra para ello.

Los primeros pasos, como digo, ya están dados: En los últimos años un grupo de locos entusiastas está dedicando todas sus energías en producir buenos vinos en pequeñas y medianas bodegas en nuestro pueblo y alrededores. Voy a dedicar el resto de estas líneas a proponeros tres vinos para estas fiestas; son mis tres tintos favoritos, aunque hay muchísimos grandes vinos en todas nuestras inmejorables bodegas, muchos de los cuales ya os he ido recomendando. Como ya os he dicho es una apreciación muy subjetiva, pero desde mi experiencia de años como amante del vino os puedo asegurar que, independientemente de vuestros gustos, no os decepcionarán.

VIÑA RUDA, TEMPRANILLO 2012:

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Viña Ruda es una bodega pequeña muy joven y con mucho futuro. Este primer tempranillo, del que han hecho unas 9.000 botellas, un tinto joven con mucho carácter, me ha enamorado. Los tintos jóvenes que se distinguen del resto, son como piedras preciosas. Un vino mediocre con una crianza adecuada puede convertirse en un vino digno, aquí, sin embargo, tenemos un tempranillo (llamado cencibel en nuestra tierra) sin trampa ni cartón, un vino al que se le han explotado todas las grandes cualidades de esta varietal tan de la tierra.

De un color cereza intenso con aromas frutales y florales, muy equilibrado, ligeramente especiado y semilargo.

Bogas Bus

Le auguro a ésta bodega un gran futuro si sigue haciendo las cosas tan bien como las ha empezado. Tendremos que esperar otros tres años para probar su crianza, pero seguro que merecerá la pena.

 

MERLOT ALLOZO FINCA LOMA DE LOS FRAILES:

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Bodegas Allozo son ya veteranos en la elaboración de vino en nuestra tierra. Es una bodega mediana que ha sabido guardar el equilibrio entre lo artesanal y lo industrial. La varietal Merlot lleva ya más de dos décadas en nuestra tierra, aunque su presencia es casi testimonial. Los primeros intentos con esta uva no fueron del todo aceptables, seguramente por el desconocimiento de la misma. Básicamente se usó porcentualmente mezclada con Tempranillo o con Cabernet Sauvignon con la intención de darle los intensos y peculiares aromas que el Merlot aporta.

Esta varietal, de matices infinitos e intensos, envejece mal en el roble, por eso creo que Bodegas Allozo ha sabido darle el punto justo con dos únicos meses en roble, lo suficiente para poder tener un vino más largo en el tiempo. Este Merlot es todo un acierto.

De color rojo cereza, infinidad de aromas, en los que destacan especias y frutos rojos, con matiz en boca a frutos negros (moras, arándanos), equilibrado y largo.

Confío en que los responsables de bodegas Allozo sigan en esta línea, y que sean capaces de explotar más aún las excelentes cualidades de esta magnífica varietal.

 

ANEA SIRAH 2005:

 anea

Pocos viticultores se atreven con la varietal Sirah (de origen francés al igual que el Merlot) por ser poco productiva desde el punto de vista del agricultor, sólo pequeñas bodegas de esas que tienen claro que producto quieren sacar al mercado se atreven, pues es una varietal que no decepciona nunca.

Además de requerir mucho mimo, lo aconsejable para la uva Sirah, según los expertos, es no dejarle más de 2 kilos de uvas en cepas nuevas y menos de 3 kilos en cepas viejas. También aconsejan vendimiar con menos de 15 grados de temperatura ambiente, no acumularlas en remolques, sino en cajas, y tener la viña junto a la bodega, con el fin de que la uva no comience a fermentar antes de llegar a la bodega. Esta serie de consejos vale para todos los tipos de uva, y es lo que marca un buen comienzo en la elaboración del vino.

Bodegas Casaquemada ha hecho una apuesta firme por la calidad y por esta variedad de uva tan generosa si se la mima. Este Anea Sirah 2005 está a la altura del 2004 que fue el producto estrella de esta pequeña bodega familiar cuyos dueños saben muy bien lo que se hacen.

De color cereza, oscuro e intenso, aromas a fruta madura, incienso, bayas y ligero toque tostado. Potente, largo y ligeramente dulce.

No es este un vino que nos podamos permitir la mayoría, exceptuando ocasiones señaladas, pero si os aconsejo que para una comida de celebración especial con un menú exquisito es el vino ideal, pues, al contrario que otros vinos que solo valen para la caza o las carnes asadas, o aquellos que van mejor para platos más suaves, puedo aseguraros  que vale para todo. El precio oscila en torno a los 20 euros, menos de lo que costarían dos chuletones de buey o un kilo de chuletas de cordero lechal. Lo cierto es que en tiempo de crisis pocos pueden permitírselo; yo de momento me conformo con recordar la excepcional cena de la última navidad con él.

Es posible que los especialistas que lean esto se mofen por mi humilde análisis, mis notas de cata se basan en escasos conocimientos y mucha pasión por el vino. Mis percepciones sensoriales son muy personales, pero estoy seguro que ningún experto podrá rebatirme la calidad de estos tres caldos.

De todas maneras este artículo se titula: Mis tintos favoritos. Como dijo una vez nuestro presidente del gobierno, y sin que sirva de precedente:

¡VIVA EL VINO!

Manuel Buendía Pliego
Manuel Buendía Pliego
Persona inquieta y multidisciplinar. Artista plástico, profesor de dibujo y acuarela, diseñador, gastrónomo, y escritor aficionado. Ha publicado en distintos medios digitales varios relatos, también ha publicado un libro de microrrelatos junto a Carlos Naranjo, y está trabajando en varios proyectos editoriales.
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