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lunes, 22 abril

La boina, el complemento de vestuario más universal

Al igual que el colbac era la identificación especial en el uniforme de los húsares, la boina cumple la misma función en el uniforme del labrador manchego

El uniforme del labrador, o gañán manchego consta (de abajo arriba): Abarcas atadas alrededor de la pantorrilla sobre unos calcetines (antiguamente polainas), pantalón de pana cuya pernera protegen las polainas o calcetines, blusa manchega de una tela de rayas finas en tonos grises fríos, esta blusa carece de cuello y tiene un canesú a la altura del pecho el cual frunce la parte del abdomen convirtiendo la blusa en una holgada prenda multitalla. Se remata el uniforme con el pañuelo de hierbas anudado al cuello, pañuelo que los gañanes se lían en la cabeza al estilo “pirata” cuando están faenando en las viñas para retener el sudor. Y para rematar el uniforme está la boina, colocada sobre el pañuelo o sobre la cabeza limpia, como un escudo protector de las ideas contra las inclemencias del tiempo o de cualquier maleficio.

Los orígenes de la boina no están claros, pero vienen de muy antiguo, aunque se sabe de una especie de gorro muy similar que usaban algunos pueblos celtas allá por los siglos VI-VII AC. Durante la baja edad media y el renacimiento se puso de moda un tipo de boina entre la aristocracia que estaba basado en un gorro más austero que usaban las clases populares campesinas.  Pero fue en el siglo XVIII cuando esta prenda empezó a popularizarse en el sur de Francia, el País Vasco y Navarra, y aunque su uso mayoritario copaba los estratos sociales del campesinado, a finales de ese siglo los revolucionarios franceses empezaron a usarlas cómo símbolo del poder popular.

Ya en el siglo XIX la boina se popularizó como parte del uniforme de los ejércitos carlistas españoles, ya que fue en la zona de Navarra y Euskadi donde estos ejércitos tuvieron más fuerza popular, y en el siglo XX se fue incorporando a la mayoría de los ejércitos, ya que es una prenda que se ajusta bien a la cabeza, y al contrario del sombrero  u otro tipo de gorras, no la suele levantar el viento.

La boina actual procede de la boina vasco-francesa, llamada Txapela, aunque esta boina euskalduna es de vuelo ancho, y las boinas castellanas suelen ser de vuelo más corto (Técnicamente la txapela tiene una relación entre el diámetro de la talla y el vuelo de 1/0,8, mientras que la boina castellana estaría entre el 1/0,5 y 1/0,3).

La boina ha sido desde el siglo XIX el símbolo estético de la España rural, aunque durante las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado fue una herramienta usada por existencialistas, afrancesados, y progres urbanitas que la usaron como look reivindicativo de ideas más democráticas. Recientemente una nueva tribu urbana –los hipsters- la ha vuelto a poner de moda.

Por último, comentar que el sello distintivo de la boina es el característico “rabo”, un diminuto símbolo fálico, al que el acerbo popular ha dotado de unos poderes mágicos, creando la leyenda de que “capar la boina” atraía la mala suerte, de hecho el personaje de comic creado por el gran Pedro Salinas, “El Gañán Enmascarado”, usaba este apéndice cómo el elemento aglutinante de sus superpoderes.

Inma Delgado Fotografía New Born
Manuel Buendía Pliego
Manuel Buendía Pliego
Persona inquieta y multidisciplinar. Artista plástico, profesor de dibujo y acuarela, diseñador, gastrónomo, y escritor aficionado. Ha publicado en distintos medios digitales varios relatos, también ha publicado un libro de microrrelatos junto a Carlos Naranjo, y está trabajando en varios proyectos editoriales.
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