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jueves, 28 marzo

Dos placas recuerdan en Argamasilla el lugar donde vivió y trabajó Cayetano Hilario

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El Ayuntamiento de Argamasilla de Alba, la familia y Los Académicos de la Argamasilla, junto a numerosos vecinos, rindieron el pasado sábado 21 de mayo un merecido homenaje al escultor e Hijo Predilecto de Argamasilla de Alba Cayetano Hilario Abellán (1916-1997), con motivo del centenario en 2016 de su nacimiento, colocando una placa conmemorativa en la que fue su casa y otra en el lugar donde estuvo su taller.

Dichas placas, dejarán constancia del lugar donde vivió, murió y desarrolló, de forma autodidacta, su extraordinaria creación artística y artesanal gracias a la cual gran número de plazas y rincones de Argamasilla de Alba pueden contar con obras de indiscutible calidad artística.

Entre sus esculturas destaca el grupo formado por los principales personajes del Quijote: Alonso de Quijano, Sancho Panza, Dulcinea y Cervantes, obras que pueden contemplarse en la conocida como Glorieta y en la Plaza Alonso Quijano de Argamasilla de Alba, aunque en el entorno también pueden verse las estatuas del Bachiller Sansón Carrasco, La Dama del Paraguas, el segador o un busto de Azorín, pero son muchas más las que alberga la localidad.

Su obra, de en torno a 150 creaciones, está repartidas por diferentes ciudades manchegas y europeas, como París, Estocolmo o Moscú, entre otras.

El importante legado de Cayetano, en muchos casos, pasa inadvertido para los propios argamasilleros acostumbrados a vivir con ellas y entre ellas, pero muy admiradas por aquellos que se acercan a ella por primera vez o con la intención de descubrir qué hay más allá de la escultura propiamente decorativa.

El alcalde, Pedro Ángel Jiménez, que junto a la familia, tuvo el honor de descubrir las placas, recordó la descripción de Cayetano Hilario realizada por Jesús de las Heras en un artículo publicado en El País el 30 de agosto de 1979, con motivo de la exposición que realizó en la Casa de Medrano: “Es un hombre fuerte, de pelo blanco, cejas negras y ojos grises en un rostro moreno, cuadrado y bondadoso”.

Las dos partes de este reconocimiento, según informó su hijo Obdulio Hilario, se puede trasladar a su actividad creativa, pues de la realización de pequeñas representaciones en su casa, pasó a las de gran tamaño con el traslado al que durante muchos años fue su taller, “un lugar de visita para los colegios e intelectuales, este era un lugar de paz…, de paz política sobre todo”, afirmó.

Cabe destacar que el importante legado creativo, atesorado durante años por Cayetano en su taller, quedó, tras su fallecimiento, en manos de Los Académicos de la Argamasilla como guardianes custodios de su obra, hasta que en un futuro se pueda hacer un museo “etnográfico” donde permanezca parte de su extensa obra.

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