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martes, 16 abril

“Soy muy fan de FENAVIN, es un ejemplo de lo que hay que hacer en la región para conseguir atraer a compradores de todo el mundo”

Carlos Falco viñedos

Como gran conocedor de la realidad del viñedo en Castilla-La Mancha, el Marqués de Griñón, Carlos Falcó, asistirá en calidad de ponente a una conferencia moderada por Ramón Tamanes, junto a José Luis Bonet, presidente de Freixenet; José García Carrión, presidente del Grupo García Carrión; Félix Solís, presidente de Félix Solis Avantis y Pau Roca, secretario de la FEV. Falcó aportará su experiencia como bodeguero analizando el modelo de exportación, incluso mucho antes de que se empezara a fomentar en los últimos años con la aparición de la crisis económica en 2008. «En esta región se ha despertado más tarde, pero es verdad que los tiempos cambian, estamos en un mundo distinto y hay que adaptarse», reflexiona.

Por ello, el Marqués de Griñón valora especialmente la labor que se desarrolla en FENAVIN desde su comienzo como evento comercial, «la he apoyado desde el principio: el director está realizando un trabajo excepcional y ha logrado consolidar a nivel internacional una feria que consigue atraer a compradores de todo el mundo», afirma, declarándose «muy fan» de la feria.

Falcó, actual presidente de Pagos de Familia, es uno de los bodegueros más respetados en el sector vitivinícola tanto en Castilla-La Mancha como a nivel nacional, ya que fue uno de los impulsores de la Denominación de Origen de los Pagos de España, poniendo en valor las raíces y la tierra como un valor añadido en el producto final. Un vino que no debe ser vendido a granel -como se ha hecho tradicionalmente en Castilla-La Mancha- y que ha de ser cuidado desde que la uva se convierte en su propio zumo hasta que llega a la mesa, opina. «Si no queremos vender un vino barato si no a un cierto precio, hay que concebir otra manera de manejar el viñedo», avisa Falcó, «hay que tener una bodega preparada para embotellar y poner la etiqueta, el corcho y la caja, tener espacio para el stock y la opción de tener un área climatizada y toda la logística suficiente para tener un producto de calidad».

Una visión clara que en otros tiempos no lo era tanto, «era tachado de ‘loco’ por amigos y familiares, y las autoridades me ponían multas o me denegaban permisos», recuerda, entre risas. No fue hasta la llegada de las autonomías cuando Carlos Falcó comenzó a ver cristalizado todo el esfuerzo que él plantaba desde la tierra del viñedo hasta los despachos, «Bono y Arias Cañete me apoyaron en la creación de la figura de la Denominación de Origen del Pago, siendo la nuestra la primera», recuerda, y a partir de ahí, su forma de entender la comercialización del vino tanto en la región como a nivel nacional empezó a sentar las bases de un producto más cuidado, alejado de la filosofía del «granel» como pedegree. «Fue una historia bonita que hemos podido repetir con el aceite de oliva», rememora. «Y demostramos que se puede hacer».

A pesar de que Castilla-La Mancha es la región con el mayor viñedo del mundo -más de un millón de hectáreas plantadas- Falcó aboga por que el esfuerzo en el sector no se centre solo en la parte agricultora. «Hay que decirle también al agricultor que igual hay que producir un poco menos pero a un precio superior de embotellado, con lo cual las ganancias son mayores».

De esta manera, el Marqués de Griñón afirma que es posible crear una marca y establecerla a nivel internacional «y posicionarla a nivel global, es algo que modestamente hemos hecho desde nuestra bodega, desde la que exportamos un 65% de la producción».

Un futuro al que hay que adaptarse

Si algo ha definido siempre a Carlos Falcó ha sido su habilidad para anticiparse al presente, una actitud visionaria que hacen de sus bodegas una referencia a nivel nacional. «Quien no se adapte a todo lo que está por venir, va a sufrir mucho», asegura.

En su día vaticinó el importante nicho de mercado que existía en el desarrollo de un modelo de exportación y producción adaptado al mercado global. Hoy en día su horizonte lo fija en 2020, seguido de la pista que apuntaba una información publicada en The Economist, «habrá 8000 millones de habitantes en el mundo y el 80% tendrá un teléfono inteligente en el bolsillo desde el que se puede comprar directamente mientras realizas cualquier otra actividad», explica. Una circunstancia a la que hay que adaptarse, avisa, y «quien no lo haga, va a sufrir mucho».

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