Tomelloso ha iniciado su Viernes Santo con la primera procesión del día: La Presentación, protagonizada por la imagen de Jesús de Medinaceli, una de las más veneradas por los fieles de la ciudad. La salida tuvo lugar a las 7:00 h de la mañana desde la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora, en una madrugada fresca y recogida que invitaba al silencio y la reflexión.
El recorrido se desarrolló por las calles Independencia, Glorieta de María Cristina, San Pablo, Santa María, Raimundo Cepeda, Santa Rita, Ciudad Real, Reyes Católicos, Domecq y Guadalajara, hasta la casa de hermandad situada en esta última vía. Un itinerario sereno que, en sus casi dos horas de duración, se convirtió en un acto de oración colectiva, acompañado únicamente por el leve murmullo de las promesas y el sonido apagado de los pasos.
Una hermandad con historia y silencio
La Hermandad de Jesús de Medinaceli fue erigida canónicamente en 1952, aunque la imagen titular llegó a Tomelloso en 1949, donada por un vecino cuya identidad no ha trascendido. Desde entonces, la talla ha sido objeto de una creciente devoción. La imagen, de vestir, con brazos articulados y pelo tallado, es obra de autor anónimo, y se venera durante todo el año en la Parroquia de la Asunción.
Cada primer viernes de marzo, la hermandad celebra su función principal, junto al tradicional besapiés que se extiende durante toda la Cuaresma. También se organiza un triduo preparatorio en los días previos al Viernes Santo. A pesar de ser una de las procesiones más jóvenes de la Semana Santa —esta ha sido su tercera salida procesional—, la participación y el respeto que genera la imagen la han convertido en una de las citas imprescindibles.
Una imagen que mira y escucha
Jesús de Medinaceli procesionó con túnica de terciopelo bordada en hilo de oro, cordón trinitario, escapulario y corona dorada, que durante el resto del año se sustituye por una corona de espinas natural. La imagen caminó rodeada de silencio, solo roto por las marchas solemnes de la banda de música de Santa Cecilia, seguida por una multitud de fieles que, año tras año, acompañan su paso en la madrugada del Viernes Santo.
Los hermanos de la cofradía portaron báculos con cartuchos de cera líquida, encendidos como signo de oración continua y promesa.
Un amanecer de fe
La Presentación no necesita palabras ni grandes ornamentos. Es una procesión de intimidad, de fe sincera y sin artificios. Con su paso por las calles de Tomelloso, Jesús de Medinaceli volvió a reunir a quienes buscan en su rostro consuelo, perdón y esperanza.
Y así, al alba, entre incienso y plegarias, Tomelloso despertó en oración, con el corazón dispuesto para vivir el día más intenso de su Semana Santa.








































