Tomelloso vivió este Viernes Santo una de las procesiones más solemnes y emotivas de su Semana Santa con el Entierro de Cristo, que partió a las 20:30 h desde la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora. En una tarde marcada por el buen tiempo primaveral, con temperatura agradable y algunas rachas de viento, cientos de personas se concentraron en las calles de Tomelloso para acompañar en silencio a las imágenes que narran los últimos momentos del Señor.
El recorrido procesional atravesó Plaza de España, Doña Crisanta, Pintor Francisco Carretero, Independencia, Glorieta María Cristina, Lepanto, Don Víctor Peñasco y regresó a la Plaza de España, en un desfile iluminado por faroles, cirios y una profunda devoción popular.
Seis hermandades en un cortejo fúnebre de profundo significado
Abrió la procesión la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia, fundada en 1988, con dos pasos: La Crucifixión, portado por mujeres, y el Cristo de la Misericordia, llevado a hombros por hombres. Las imágenes, talladas en los talleres Salmerón y por el escultor José Lozano Roca respectivamente, avanzaron entre tambores y silencio. Los hermanos vistieron túnica azul, capa y fajín beige, capillo azul y guantes blancos, portando el báculo con cáliz y cruz de Santiago como atributo.
A continuación desfiló la Hermandad de Jesús del Perdón y Cristo del Calvario, con el paso del Cristo del Calvario, que esta vez procesionó sin la Virgen de la Esperanza. La cofradía, con sede en la Parroquia de San Pedro, mantiene su presencia fiel en cada jornada importante. Sus penitentes lucieron túnica morada, capillo y fajín marfil, portando báculos con cruz y farol.
Desde la misma Parroquia de la Asunción salió también la Hermandad de Nuestra Señora de la Piedad en el Descendimiento, con una imagen centenaria y anónima que representa el momento en que Jesús es bajado de la cruz. El paso, empujado sobre ruedas por sus hermanos, transmite una escena cargada de dolor contenido y ternura. La uniformidad, completamente negra, con capa española, guantes y medalla de plata, reflejó el luto profundo de la Virgen.
La Cofradía del Santo Sepulcro, fundada en 1972, llevó el cuerpo yacente de Cristo en un paso sobrio, escoltado por cuatro guardias civiles vestidos de gala y acompañado por hermanos vestidos con traje negro, camisa blanca y corbata, y mujeres con chaqueta y falda o pantalón oscuros. Todos portaron faroles dorados con tulipa de cristal, manteniendo un absoluto silencio.
El momento más esperado llegó con la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, que cerró la procesión con su majestuoso paso de palio, portado por 60 anderos. La imagen titular, obra del imaginero valenciano José Romero Tena (1940), representa a una Virgen rota de dolor, pero en pie, símbolo de fortaleza y esperanza. La hermandad, una de las más antiguas (fundada en 1942), avanzó con una estética impecable: túnica de terciopelo negro, fajín y capillo blanco, escapulario y guantes blancos. Las manolas, con mantilla española, rosario y luto riguroso, acompañaron en completo silencio. Cerraban la comitiva las autoridades civiles y eclesiásticas, junto al consiliario.
Un final que anuncia un nuevo comienzo
La procesión del Entierro de Cristo no es solo el cierre litúrgico del Viernes Santo. Es también la antesala de la esperanza. Cada paso, cada mirada, cada tambor contenido, fue vivido con recogimiento por un pueblo que sabe que, aunque la oscuridad cae sobre el sepulcro, la luz no tarda en llegar.
Porque en Tomelloso, cuando el último cirio se apaga, queda encendida la llama de la fe. Y la historia no termina aquí.
