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jueves, 28 marzo

Solo un 3,6 % de las viviendas españoles son energéticamente eficientes

A lo largo de los últimos años, la cuota de inversión destinada al desarrollo de reformas sostenibles ha experimentado una innegable tendencia alcista. En función de las vulnerabilidades o deficiencias de cada inmueble, el presupuesto inicial puede ser relativamente elevado.
Sin embargo, su rápida amortización y, sobre todo, sus garantías en materia de estabilidad y ahorro a largo plazo se convierten en potentes factores de decisión en un contexto altamente inestable.

Pedir un préstamo personal con estos fines a partir de entidades financieras como Financer España representa para muchos una solución clave en plena transición energética.

De acuerdo con el último informe elaborado por la tasadora UVE Valoraciones tan solo un 3,6% de las viviendas que componen el parque residencial español (en conjunto unas 950.000) cuentan con una buena eficiencia energética. Se trata de inmuebles construidos a partir del año 2010 y que, a diferencia de lo que ocurre con la generalidad, aplican el Código Técnico de la Edificación de 2010, el primero que implementó actualizaciones de carácter obligatorio en materia de aislamiento.
Antes de su entrada en vigor, existía una norma básica que data de 1979 y que abordaba la instalación de sistemas de aislamiento optimizados como una decisión meramente opcional.

La mayor parte de construcciones pertenecen a la categoría de inmuebles erigidos antes de 1980. En total, unas 10,6 millones de viviendas que constituyen un 49% del cómputo global. Esta cuota requiere, por tanto, de ciertas vulnerabilidades generalizadas, por lo que requieren de reformas orientadas a potenciar sus potencialidades en materia de eficiencia energética, especialmente en lo que respecta al nivel de aislamiento o la actualización de las fuentes principales de energía.

Por otro lado, más de 7,5 millones de inmuebles fueron construidos entre las décadas de 1950 y 1980. La inmensa mayoría de ellos cuentan con materiales de baja calidad y, por esta razón, se convierten en el origen de grandes dudas a la hora de acometer un proyecto de reforma. En términos generales, presentan grandes debilidades dentro del área de las fachadas y, en consecuencia, un proceso de optimización integral a menudo plantea su completa sustitución, algo que puede derivar en períodos relativamente largos de in-habitabilidad.

Por último, el estudio también hace referencia a las construcciones más antiguas: Aquellas que fueron materializadas antes de la década de 1950. En total componen una cuota del 2,1% del parque residencial y presentan dos rasgos bastante generalizados. Por un lado, sus fachadas fueron construidas en un estilo arquitectónico anterior a la corriente moderna y, por otro, sus estructuras están comúnmente compuestas por muros de carga y acero. Este tipo de escenarios obstaculizan la trazabilidad estratégica, especialmente cuando las fachadas no pueden ser alteradas y la integración de buenos sistemas de aislamiento generan una pérdida del espacio útil interno.

A lo largo de los últimos años, la sostenibilidad ha pasado a posicionarse como un factor crítico. Su abordaje se ha convertido en algo perentorio en un contexto de urbanización creciente y, al mismo tiempo, condicionado por un incesante incremento de tensiones geopolíticas. El planteamiento de estrategias de eficiencia energética se revela como un recurso esencial para poder sortear un escenario cada vez más determinado por una incertidumbre creciente. 

Según una investigación llevada a cabo por ABB Motion, en nuestro país, ya se ha producido una aceleración de la inversión. El 56% de los encuestados están implementando cambios sustanciales en la configuración de sus propiedades, especialmente, en lo que respecta a las instalaciones de iluminación y climatización.

La mejora de los sistemas de aislamiento, la sustitución de fuentes de energía principales a partir de alternativas híbridas o íntegramente sostenibles son algunas de las principales líneas de mejora. Además, el replanteamiento del consumo desde diferentes niveles, puede marcar una importante diferencia. De hecho, un consumo sostenible puede traducirse en un ahorro económico del 50% en la factura de la luz.

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