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sábado, 20 abril

Noche de genios en Tomelloso: Óscar Herrero homenajea a Paco de Lucía

oscar herrero

Los pocos elegidos que tuvimos la suerte de poder pasar al Auditorio López Torres de Tomelloso este sábado vivimos una noche de genios. Una de esas raras conjunciones que solo se dan en contadísimas ocasiones y que nos permitieron, pobres mortales, asistir a la perfecta comunión entre dos maestros de la guitarra. Uno en el recuerdo, Paco de Lucía, y otro presente, Óscar Herrero, que derrochó su arte, virtuosismo, sensibilidad, cercanía y, en algunos momentos, paciencia.

Para redondear la velada, Óscar, en una hipérbole difícil de superar, estrenó en Tomelloso  una obra compuesta a Paco de Lucía: Rey de Reyes.

La Asociación Promúsica Guillermo González programó para este sábado un concierto del guitarrista de Tomelloso Oscar Herrero: In Memoriam Paco de Lucía. Media hora antes de comenzar el Auditorio López Torres estaba lleno, fue tal la expectación levantada por el recital que hubo mucho público que no pudo acceder auditorio y que se nos antojó pequeño para el concierto. La paciencia franciscana del genio de Tomelloso quedó palpable con los móviles: hasta en 6 ocasiones contamos teléfonos sonando, tomándoselo el guitarrista, al final con resignación e ironía.

Bogas Bus

Óscar Herrero inició el recital yendo a los antecesores de Paco de Lucía, comenzó con una rondeña de Ramón Montoya. Tras ella, Óscar explicó al respetable que desde 2004 no tocaba en solitario en Tomelloso, para él una plaza difícil, muy difícil, porque quiere hacerlo lo mejor posible.

Paco de Lucía, qué duda cabe, es el más grande, afirmó en muchas ocasiones Óscar Herrero, “el guitarrista que no tiene peros”. Explicó que el flamenco es principalmente voz, pero hubo tocadores como Ramón Montoya que revolucionaron la guitarra flamenca. Tras ellos, vino la generación de la posguerra, la de Sabicas o Mario Escudero, de la que aprendió el algecireño. Herrero mostró su intención de que el concierto sirviese para aproximar al respetable al flamenco. Toda la generación de Óscar Herrero vivió con Paco de Lucía, recordó que el dinero de los domingos que no gastaba por estar practicando los invertía en la compra de discos del de la Lucía, en una ferretería del centro de Tomelloso: por Fuente y Caudal pagó 310 pesetas.

El recital continuó con una danza española de Esteban de Sanlúcar, “Mantilla de feria”. Tras ella, Óscar explicó que Paco de Lucía solo grababa un disco cuando éste aportaba algo nuevo, cada álbum era como su hubiese nacido otro genio. Se preguntaba si en alguna rama del arte había ocurrido lo que en la guitarra: todos los intérpretes estaban de acuerdo en que él era el camino a seguir. A continuación interpretó de la época de Paco de Lucía con la que Óscar Herrero se formó: “Recuerdo a Patiño” y “Guajira de Lucía”.

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Inma Delgado Fotografía New Born

A continuación el guitarrista interpretó magistralmente una mezcla de dos composiciones propias, “Abantos”, el monte que abriga San Lorenzo del Escorial, donde vive y “Paisano”, dedicada a Antonio López Torres. Siguió con otra pieza de Paco de Lucía, “Percusión Flamenca”, un zapateado incluido en el disco “Duende Flamenco”, muy difícil.

La velada siguió, in crescendo, con “Fuente y Caudal”, la taranta que dio título al disco donde iba de relleno “Entre dos aguas”, con la que Lucía pasó a ser famoso. Óscar contó que si tuviese que elegir una pieza para el adiós de Paco, esta sería “Fuente y Caudal”, triste y grandiosa, soberbiamente ejecutada por el de Tomelloso.

Fandangos, interpretados como hizo el genio de Algeciras en 1975 en el Teatro Real, cuando se abrió el coliseo por primera vez al flamenco, fue la última de las obras de Paco de Lucía que tocó Óscar Herrero.

Y como regalo a sus paisanos, Óscar Herrero interpretó como primicia, “Rey de Reyes”, obra compuesta a Paco de Lucía, formada por tres piezas. La primera, una alegría, titulada “Calle San Francisco”, que refleja la tradición. La segunda “Ilustración, 17”, comienza desde la tradición y el autor va introduciendo la evolución del algecireño. La obra acaba con “Compás final”, una rumba caribeña, sincopada y moderna, que recuerda el lugar donde el maestro se escapaba cuando podía.

El público correspondió con una larga ovación y puesto en píe la maravillosa noche que nos hizo pasar Óscar Herrero y que guardaremos como oro en paño en nuestros recuerdos.

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