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sábado, 20 abril

La dismorfofobia, el miedo a la fealdad

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Esta sociedad es muy exigente con los cánones de belleza que imperan. Pero, en algunas personas, la obsesión por el cuerpo se convierte en patológica. Entonces, hablamos de trastorno dismórfico corporal (TDC) anteriomente conocido como dismorfofobia.

Bogas Bus

Significa “miedo a la fealdad”. El térnimo lo acuñó Enrique Morselli a finales del S. XIX tras observar en docenas de personas el cuadro de la enfermedad.

Se trata de una preocupación excesiva sobre la apariencia física, por algún defecto imaginario o real (aunque lo distorsionan de forma exagerada), junto con un afán patológico por remodelar esas partes del cuerpo. Cualquier parte que se desvíe de dicho canon, se convierte en firme candidato para ser corregido por la cirugía estética.

Esta preocupación excesiva por un detalle físico les lleva a una serie de conductas compulsivas y/o de evitación:

  • Invierten gran cantidad de tiempo en intentar camuflar la parte de su cuerpo con la que están disconformes, por ejemplo, llevando el pelo largo, gafas de sol oscuras, llevando mucha ropa incluso en verano, etc.
  • Evitan mirarse al espejo o, por el contrario, consumen gran cantidad de horas delante de él para analizar su “defecto”.
  • Eluden salir a la calle , encuentros sociales, etc. por la ansiedad incontrolable que les genera la gente y el juicio que, están convencidos, harán de ellos. Este es su verdadera fobia.
  • Se comparan continuamente con otras personas.
  • Interrogan continuamente a sus familiares y amigos sobre su aspecto.
  • Suelen acudir a médicos , dermatólogos y cirujanos plásticos para corregir ese supuesto defecto, no quedando conformes con las soluciones o resultados que se les da, ya que se trata de un problema psicológico, no físico.
  • Evitan hacerse fotos o verse en ellas.

Un personaje público que cumplía, probablemente, los criterios para el diagnóstico de dismorfofobia era Michael Jackson, quien hizo de su rostro un proyecto permanentemente inacabado, que se acercaba bastante a las caras de los personajes de los dibujos de los comics japoneses.

¿Qué hay detrás de esta obsesión por el cuerpo?

El miedo al fracaso, dolorosamente conscientes de su “supuesta deformidad”. Lo viven como algo muy angustioso. Creen que los demás se van a reir de ellos y los van a rechazar.

En muchas ocasiones se ha puesto de manifiesto la similitud entre la dismorfofobia y el trastorno obsesivo-compulsivo, puesto que ambos trastornos condicionan el pensamiento y la conducta hasta el punto que una persona no es capaz de llevar una vida normal en las principales áreas de su vida, trabajo, familia, relaciones sociales, etc.

Sin embargo, ir al cirujano para modificar alguna parte del cuerpo no es enfermizo. Luego, ¿dónde radica la diferencia?

Retocarse una parte del cuerpo no tiene por qué implicar ningún sesgo psicológico. Para algunas personas la cirugía estética representa seguridad y autoestima o simplemente sentirse bien consigo mismo. Y normalmente, estas personas que se someten a una operación plástica, suelen encontrarse contentos con los resultados, tras la intervención. Y ahí es donde está precisamente la diferencia. En estos casos, es un deseo real el que motiva a la persona a ponerse en manos de un profesional. Por el contrario, en el caso de la dismorfofobia, el motor es un intento compulsivo de conseguir la perfección, según el canon de belleza que sigan. Y se colocan una y otra y otra vez bajo el bisturí para corregir supuestas deformidades, sin que tras la intervención, se haga patente mejoría alguna. Nunca quedan del todo satisfechos porque siempre hay algo que se puede perfeccionar más. Es frecuente que sufran además algún grado de fobia social y depresión, por lo que pueden acabar aislándose.

La adolescencia y los adultos jóvenes, son etapas de alto riesgo, porque todavía no se ha madurado una plena consciencia de uno mismo. Por eso, a los adultos nos corresponde intervenir a modo preventivo, educando desde la niñez. Educar en valores, hacer entender que el concepto de belleza es muy relativo y muy cambiante, que el encanto de las personas reside en muchos más aspectos que su físico, etc. Y cuando se ve, claramente, un problema de este tipo, hay que buscar cuanto antes ayuda psicológica ya que las consecuencias pueden llegar a ser muy graves.

Alicia Pérez - Psicóloga en español en Toulouse
Alicia Pérez - Psicóloga en español en Toulousehttps://aliciaperezpsicologia.com/
Alicia Pérez, Psicóloga y Master en Terapia de pareja y sexualidad, con consulta de psicología en español en Toulouse
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