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jueves, 25 abril
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Museo del Carro: el más visitado de Tomelloso

Museo del Carro2

El Museo del carro y aperos de labranza, como todos los tomelloseros saben, está en la carretera de Pedro Múñoz, aún en el casco urbano de Tomelloso y en el camino al Santuario de Pinilla. No tiene perdida, la cúpula de un gran bombo (construcción propia de Tomelloso, hecha con piedra seca, sin argamasa) se divisa desde lejos. Lo que pocos conocen es que su interior alberga más de 400 piezas relacionadas con el trabajo en el campo y las labores domésticas, que han sido reunidas por la Asociación de Amigos del Museo del Carro y donaciones particulares. Según nos explica el responsable, Pablo Ortiz Moreno, es el museo de Tomelloso que más visitantes recibe.

El proyecto comenzó en la década de 1960 con la construcción del Museo del Carro, tratando de agrupar los distintos carruajes, aperos y maquinaria de la que se usaba en el campo. El Ayuntamiento encargó al último “maestro bombero” que quedaba, Pablo Moreno, “Cota”, la construcción de un bombo. Según cuentan, para erigir el monumento lítico uso más de dos millones de piedras.

Gracias a una Escuela Taller que se inició en 1996 se han ido construyendo nuevas instalaciones en el recito. El proyecto culminará con una Hospedería, levantada en el complejo y cuyas obras se pararon en la anterior legislatura.

El espacio expositivo del museo está estructurado en salas temáticas que agrupan aperos y utensilios. Así, en “La Fragua” o en “La Carpintería” se encuentran herramientas hechas por el herrero y el carpintero. Hay espacios dedicados a los “Aperos de Labranza” o a “La Era”; en “La Bodega”, “La Cueva”, o “El Jaráiz”, se pueden contemplar los utensilios usados en la elaboración del vino.

El el Museo del Carro hay una cocinilla y una sala en la que se exponen objetos domésticos, fundamentalmente. Las galerías de todo el espacio están decoradas con fotografías y objetos cotidianos.

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El centro del patio lo ocupa el bombo, homenaje a estas singulares edificaciones, propias de Tomelloso, levantadas de piedra, sin ninguna argamasa y que servían de refugio a los agricultores de esta ciudad.

Pablo nos relata la admiración de los visitantes, que llegan por autocares a veces, hacia este museo etnográfico en el que queda constancia de los dos últimos siglos de vida en Tomelloso.

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