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jueves, 28 marzo

Un maestro de Tomelloso demuestra que otra forma de enseñar es posible

Un maestro de Tomelloso demuestra que otra forma de enseñar es posible

Dentro de la Educación predominan las fichas y los cuadernos del profesor, se debate públicamente si los niños deben o no tener deberes para hacer en casa, y la sociedad en general está preocupada por la influencia y las (futuras así como desconocidas) consecuencias de las Nuevas Tecnologías, los móviles, y el tiempo que pasan en internet los más jóvenes de la casa.

Sigue existiendo el fracaso escolar y las administraciones apuestan por enmascararlo en lugar de plantarle cara. El sistema educativo en el que nos encontramos falla, los maestros están cargados cada vez más de burocracia, papeles y papeles que solicitan la inspección y consejerías, y que entorpecen el tiempo destinado a la preparación de las clases, lo que obliga a los docentes a seguir a rajatabla el manual de una editorial sin moverse de ahí ni un ápice. Estrés por cumplir el temario y los objetivos (o como está de moda ahora llamarles, estándares de aprendizaje) pues así lo marca la ley actual.

Pero, en contadas ocasiones, aparece una historia de esas que devuelve la confianza en la figura que nunca tuvo que perder su peso: el maestro (o el profesor). A pesar de las inevitables vueltas que ha de dar un maestro interino que, por obligación acaba conociendo mejor la Mancha que si hiciera la Ruta del Quijote, enfrentándose cada año a diferentes molinos de viento (colegios), hay profesionales que mantienen intacto la curiosidad y el deseo de aprender que transmiten a sus alumnos y que les conduce a mejorar.

El tomellosero Jorge Ramírez Pozuelo ha dado un paso adelante en su aula con niños de 6 años. Entre todos ellos han creado un Museo (temporal) en el que reúnen algunos de los cuadros más famosos y conocidos de todos los tiempos. Dalí, Picasso, Van Gogh, Miró o Munch lucen en las paredes del aula a la vez que trabaja todos los contenidos que marca la ley.

Qué trabajar y cómo

Este maestro de Tomelloso, ha logrado el desarrollo de la expresión escrita, artística y oral, la imaginación y la creatividad, la animación a la lectura, el manejo de Nuevas Tecnologías, la enseñanza de Matemáticas, y la sensibilización ante el patrimonio cultural, todo ello, generando un aprendizaje significativo a través del arte. Sepamos cómo lo ha hecho.

Algo que en estas edades (seis años) se hace diariamente son los dictados. En lugar de utilizar los textos que proponen las guías de tal o cual editorial, Jorge optó por modificar la temática, utilizando así a Van Gogh y todas las anécdotas que hay sobre su vida. Incluso desarrolló “dictados adivinanza” en los que se les dicta un par de frases que hacen referencia a alguno de los pintores y ellos tienen que descubrir de quién se trata.

Al estar trabajando expresión escrita, se sustituye el típico cuento de la editorial y les propone “El cuento de Miró” donde los niños escriben su propia interpretación de lo aprendido sobre la vida de Joan Miró, lo que además ayuda a la mejora de su trazo, su grafía y la potenciación de su imaginación.

La lectura es otra habilidad trabajada. Intercambian los cuadernos y leen los cuentos que han escrito otros compañeros, fomentando la animación a la lectura.

En algunos casos, los niños por su propia iniciativa han buscado en casa más información en internet sobre los pintores, lo que además de seguir leyendo sobre el tema, les permite utilizar de forma productiva las Nuevas Tecnologías.

Otro contenido a trabajar han sido las invitaciones. En lugar de hacer la típica tarjeta de invitación de cumpleaños, este docente les ha propuesto redactar e ilustrar una invitación para el resto de cursos del colegio y así atraer a su museo al resto de clases.

La comprensión y expresión oral, algo fundamental en el trabajo diario para estas edades, es llevado  a cabo mediante un debate en clase, donde los niños cuentan ante sus compañeros qué saben de Dalí, Picasso o Van Gogh, explicado con sus palabras, y lo que sirve de repaso para el momento de las “visitas guiadas”, ante la llegada del resto de alumnos del centro a su particular museo.

Incluso en Matemáticas es capaz de sacar partido de su iniciativa. ¿Debe enseñar problemas de sumas y restas? Pues les propone “acertijos de pintores”, cambiando los típicos y asépticos enunciados de problemas por otros más atractivos: “Si Van Gogh hizo 27 autorretratos y le rompen 12, ¿cuántos le quedan?” “Si Dalí tiene en un museo 34 cuadros y 18 esculturas, ¿cuántos trabajos de Dalí hay en el museo? Estos son sólo algunos ejemplos, de los muchos que se pueden poner con algo de imaginación.

Y todo esto no lo hace como maestro de Plástica, sino como su tutor, que les da todas las asignaturas excepto educación artística y religión. Retomando lo comentado al principio, ¿qué es lo importante en la Educación: el docente y sus capacidades o el sistema? Sí, por supuesto, ambas cosas pero, que no se reste importancia al primero.

Jorge nos explica que la idea de este proyecto surge para demostrar que existe otra forma de enseñar basada en la creatividad e intereses de los alumnos y que no está reñida ni con los contenidos curriculares que propone la ley de educación ni tampoco con el conocimiento del patrimonio artístico.

El principal objetivo de este proyecto ha sido despertar el interés por aprender y conocer algunas de las pinturas más famosas y quiénes fueron sus creadores; todo ello sin dejar a un lado el trabajo curricular. Subraya y matiza: «despertar el interés por aprender» pues, si un profesor consigue hacer esto, ha conseguido enseñar más del 50% de lo que tenía que enseñar.

Para despertar ese interés por aprender es imprescindible crear la curiosidad en los chicos, crear la necesidad de saber, en definitiva la necesidad de aprender. Una vez encendida la llama de la curiosidad es indispensable continuar manteniendo vivo ese interés por saber, y la forma de hacerlo es lanzando retos a los alumnos, entiéndase el reto como algo que ilusiona y tienen que superar porque en el instante en el que se supera se obtiene una recompensa o reconocimiento.  Como dice el propio docente:

«Estamos acostumbrados (los docentes) a seguir una línea de trabajo tradicional de la que cuesta mucho salir, quizás sea porque salir de ella implica salir de nuestra zona de confort o porque nadie antes nos ha enseñado otra forma de enseñar. Repetimos y repetimos lo mismo que se nos ha enseñado, ¿pero es esto correcto? La respuesta es no, o por lo menos no en la forma. Es incuestionable que algunos contenidos hay que enseñarlos y repetirlos generación tras generación, como la suma, resta, la lectoescritura, etc. Pero no se pueden enseñar de la misma forma. Al igual que nuestros abuelos tienen una forma diferente de pensar que la de nuestros padres y que la nuestra también es diferente a la de ambos (fruto de la situación y la sociedad en la que se vive), es un error tratar de enseñar a los niños actualmente del mismo modo del que se hacía años atrás».

Con este proyecto, este docente tomellosero nos demuestra que se pueden sembrar en los alumnos los mismos contenidos pero, enseñándolas de diferente forma:

«Los profesores no somos el centro de conocimientos, internet ocupa ese lugar y nosotros somos la herramienta de unión entre el niño y el saber, la herramienta que hace despertar la iniciativa, el entusiasmo y la curiosidad del niño por aprender. Enseñar de otra forma, es posible».

Su trabajo completo puede encontrase en la revista Acento Cultural, a través del siguiente enlace: http://www.acentocultural.com/blog/un-museo-hecho-por-ninos-de-6-anos/

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