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viernes, 29 marzo

Julio Pérez: “El espíritu de Tomelloso no tiene parangón en ningún otro lugar de la región”

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Charlamos con Julio Pérez, enamorado de Tomelloso, y que se siente tomellosero por los cuatro costados. Autor del Diccionario de Tomelloso, nos cuenta otros proyectos y hablamos de todo, de lo divino y lo humano, sin prisa, como antiguamente. Disfrutamos de su verbo fluido y agradable, reímos. Julio mira de frente y da confianza.

Nos recibe en el Casino de Tomelloso y pasamos al inmenso y decadente salón, «donde se celebraban aquellos bailes de carnaval»,  el casino de los “señoritos”, como antes se decía, en comparación con el San Fernando, “el de la boina”, el de los “caballeros cubiertos” que contaba García Pavón”. «Y porque aquí no había caciques, pero este era el casino de los comerciantes, los industriales y los agricultores potentes. Aquel era el del mediano propietario, había un distingo entre los dos, cuando estas instituciones tenían peso específico… ahora ya no».

Enamorado de Tomelloso

Julio asegura que «en treinta años Tomelloso ha tenido una evolución cultural abismal, más que ningún pueblo. A la vez que se ha crecido en lo económico, lo ha hecho en lo cultural». Vino a Tomelloso en 1964 «cuando yo llegue había una bluseja», en la puerta del Casino San Fernando, el hermano Ambrosio le “soltó”, «Mira hermoso, tos los que son aguzaetes no le encuentran el alhiguí a la vida», la primera frase autóctona que oyó en nuestra ciudad, la apuntó en una servilleta y se quedó prendado de aquella filosofía que ante la vida usaban aquellos hombres, la mayoría analfabetos. «Hombres que se iban quince días de quintería, detrás de la mula labrando y dándole a la olla: rebinando… Y claro, llegaban a unas conclusiones que a mí me dejaban alucinado».

Julio es de Quintanar de Rey, en la Manchuela de Cuenca. Vino en 1964 a ver a la novia. Nos señala que está en Tomelloso por su mujer.  Después, en 1970 llegó como maestro de Educación Física, luego de lengua, primero estuvo en el Moral hasta 1984 y después en el Carmelo Cortés hasta que se jubiló. Se muestra muy satisfecho de su vida en el pueblo «que no tiene las connotaciones de la ciudad, te tomas un vino con cualquiera, saludas a catorce… eso tiene un valor humano. En una ciudad no se saludan ni los del mismo bloque, aunque coincidan en el ascensor».

Repasamos los años de su llegada, cuando Tomelloso estuvo patas arriba con las zanjas aquellas para el alcantarillado, o cuando —nosotros que no estamos mal de altura— si te empinabas en la calle de la Feria, solo se veían rabos de boina y gente paseando «pallá y pacá». La plaza estaba llena de continuo de aquellos viejos de la blusa y la boina y Julio charlaba con ellos «hablaba y hablaba y apuntaba las palabras y a los chicos de séptimo y octavo les daba esa lista de palabras. Se la llevaban a su casa y entre los abuelos, los vecinos y los padres, me las traducían y además traían otras quince o veinte. Y así es como salió el diccionario, tarde veinte años en componerlo».

El espíritu tomellosero no tiene parangón

Nos dice, con la cara iluminada, que «el espíritu tomellosero no tiene parangón en ningún otro lugar de la región». El que cogía un dinero «compraba tierra, si podía ser al lado de la que ya tenía, mejor y si no, donde fuese. De ahí surgió el picholero». Hablamos de ese espíritu, de cómo hemos llegado a ser lo que somos y las conclusiones son políticamente incorrectas, mucho, nos reímos. «Lo propio del espíritu tomellosero es ser emprendedor, valiente, decidido… Si monta un negocio y se le va al traste, no te preocupes que monta otro».

Julio no para y nos cuenta que con el archivero, Vicente Morales, «quieren hacer una exposición permanente de la historia de Tomelloso». Al hilo de que en la conversación llegamos al 250º Aniversario de la Independencia de Tomelloso, —«la de verdad, porque en 1589 también nos independizamos, pero hasta 1591»nos ponemos a hablar de los orígenes, de la erección de la iglesia y de nuestra dependencia de la Orden de Santiago y del prior de Uclés. Hubo que pagar los platos rotos de aquella primera manumisión y los reales, sobre todo, que apoquinó nuestra villa matriz por recuperarnos, «Tomelloso, con ese afán trabajador, de hacer dinero… y los otros a chupar la sangre». Repasamos los límites de nuestro término, encerrados prácticamente en las paredes del pueblo.

El Diccionario de Tomelloso

Julio Pérez Cuartero ha sido profesor de lengua. «No solo me llamó la atención la palabra, sino la manera de expresarla, dependiendo de la entonación significa una cosa u otra. Es que Tomelloso es sui generis en todo». Y con todo eso «te lías, te lías… y veinte años cazando palabras. Me iba a la plaza y me sentaba con los viejos en los bancos, les explicaba que era un maestro que me gustaba el habla, les pedía permiso para apuntar… y así iba recopilando». Un día, hablando con Ángel “Canuto”, uno de los fundadores de la Peña Los Canuthi, le refirió que tenía una suerte de diccionario «Y Los Canuthi lo editaron. Aquello provocó toda la expectación que causó. Se han vendido más de cinco mil ejemplares… yo no pensaba».

Inma Delgado Fotografía New Born

Pero Julio sigue con su entomología de “palabrejas” autóctonas y asegura que ya tiene otras doscientas más para añadir al diccionario. «Ahora estoy buscando el origen de ellas, pero en algunas me pierdo. Todas tienen un origen eminentemente agrícola… Rebinar, por ejemplo, que es pensar; según la RAE, binar es darle vuelta a la tierra… pues rebinar es, dar vueltas, dárselas al coco… pensar».

También tiene una recopilación de expresiones frases y mucho más «tened en cuenta que cuando llegué en 1970 hablaba con personas de 80 años y referían cosas antiguas. Hay frases, expresiones, cancioncillas, pareados… en servilletas de bar tengo montones, que luego pasaba a limpio». Le animamos a que las edite y parece que la cosa cala, incluso piensa en darle un fin social a la publicación.

Bogas Bus

Julio nos cuenta que una vez estaba en Claudio, con su mujer. Una señora mayor, una vejecilla de aquellos años, le pidió a Alfonso “un susten pa mi chica”, el lonjista le pregunto la talla, o al menos el tamaño. La señora se quedó pensando y espetó, “pues como te diría yo hijo mío que las tiene… albalconás, las tiene abalconás” «y me tuve que salir a la calle… a reír y a apuntar la expresión».

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Descubrir Tomelloso a los escolares

Nos cuenta su último proyecto, una presentación gráfica para «acercar la grandeza de Tomelloso  a los escolares y que se sientan orgullosos de ser tomelloseros». Ha traducido las cifras y las magnitudes a un lenguaje comprensible «a campos de fútbol, a Plazas de España, a coches». La presentación la tiene hecha en Power Point y Julio está yendo a todos los colegios a proyectarla y a explicarla. El trabajo de Julio «es la demostración palpable de la importancia de Tomelloso y que los tomelloseros no los saben».

A través de estas charlas Julio quiere transmitir dos mensajes «que el tomellosero es trabajador, decidido, emprendedor, inteligente. De una casa vieja, hacer una casa nueva. De la nada a algo y ese el espíritu tomellosero, de verdad. Que se sientan orgullos de ser Tomelloso. Yo les digo, ¡tenemos el mejor pueblo de España!». Y les acaba diciendo «Tomelloso, París y Londres».

Asegura que el tomellosero ha supeditado todo, hasta el orgullo vano, a lo necesario. «No valora su pueblo, lo hacemos quienes venimos de fuera, el tomellosero está metido en su objetivo». Nos sigue mostrando los gráficos e imágenes, señalando los logros de las empresas, los artistas…, con orgullo de padre.

Otro mensaje que quiere mandar es el del reciclaje y ha creado una serie de personajes para que los niños reciclen «Papelón, Ropamanía, Botefrasco…». Todo está hecho por él, ha tardo tres meses en confeccionar el estudio. Bares, cafeterías, asociaciones, artistas… «¿a estos los conocéis?», la Fiesta de la Letras, Los Populares de Pasos.

«Mira, escritores, 294 que haya podido yo detectar», pintores. «¿A ver si conocéis quien es ese?… Ese es don Esaú el cura haciendo teatro» y continúa enseñándonos y disfrutando mientras lo hace «Tomelloso tiene la mayor cantidad de instalaciones deportivas de la provincia. De todo»… ¿Y este? El último esquilador que hay». Y el “puñao” «había que ir, no averigüe el por qué, los novios compraban frutos secos a sus novias. Era en Los Santos y en San Antón, ahora ya queda solo el primero».

Y otro proyecto en el que anda, el último «recuperar los personajes célebres en su tiempo, Triguero con la carretilla, La Yesquera, Paco “La vida”, El Varal… pero me está costando mucho trabajo, necesito algún texto, o alguna foto… »

Descubre que no nos ha dado un ejemplar dedicado del Diccionario de Tomelloso y va corriendo a su casa, regresa y nos lo firma.

Una tarde inmejorable.

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