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viernes, 19 abril

“Cuando bebemos y cuando leemos entramos en un mundo mejorado, sublimado”

Cuando bebemos y cuando leemos entramos en un mundo mejorado, sublimado». Para Benjamín Prado (Madrid, 1961), las conexiones entre vino y poesía, el título de la mesa redonda que se celebrará el día 9 de mayo, a partir de las 12 horas en FENAVIN, son evidentes, el resultado de un proceso creativo, «pues para hacer un bien vino, se elige un determinado tipo de uva, se cuida un proceso, con la intención de conseguir un líquido que provoque determinadas sensaciones de sabor, aromas…». El poeta, que compartirá mesa con el editor Chus Visor y otro grande de las letras, Luis García Montero, cita al inglés William Wordsworth, para establecer los puntos de proximidad entre los elementos protagonistas de su charla: «Un poema es una emoción reelaborada en el alma», justo como un buen vino.

Prado, que se encuentra ultimando una novela que se publicará en septiembre, «y siempre retocando algún poema», no está de acuerdo en que el vino te pueda hacer mejor o peor escritor. «Sí puedes tomarte una copa y disfrutar de ella, pero no lo relaciono con la calidad de lo escrito», asegura un autor al que le gusta descubrir nuevos vinos, especiales, especialmente tintos, más que blancos, «puesto que el rosado no es vino».1367742888

Para él, abrir una botella «es como abrir el libro de un poeta que te gusta» un motivo para disfrutar y brindar, como siempre hace, cuenta, antes de cada comida, un momento en el que los comensales se miran a los ojos para atraer la buena suerte, «sin un motivo especial, nos encanta brindar porque las cosas mejoran, simplemente2, afirma optimista, un calificativo que se aplica de forma directa.

Sobre la supuesta crisis de la poesía, o contra la leyenda urbana de que no se lee, este poeta madrileño se muestra convencido de que la poesía le gusta a la gente de manera natural y, como ejemplo, pone la sensación que ha vivido acompañando al grupo madrileño ‘Pereza’ sobre el escenario. «Cuando me dispongo a recitar en medio de un concierto de rock se hace un silencio extraordinario y el respeto que percibo es muy emocionante: te oyes respirar».

En su opinión, «la poesía es hoy en día una herramienta defensiva, crea opinión y te ayuda a revelar un cierto sentido profundo de las cosas. La poesía nos ayuda a poensar y a buscar tus propias respuestas y un buen poema es el que revelka verdades profundas. En definitiva, todo lo que nos ayude a reflexionar nos hace menos manipulables y hoy, intentarlo es imprescindible.

Para él, esta edición de FENAVIN «es un regalo para mí en el que voy a unir varias de mis pasiones: la poesía, el vino y los amigos» y confía disfrutar mientras descubre nuevos vinos de los que disfrutar.

Inma Delgado Fotografía New Born

Por su parte, Chus Visor (Madrid, 1945), el alma de la editorial y librería Visor, señala que «todos los excitantes tienen una conexión con la poesía, porque ella también lo es». Confía en que el tema que protagoniza la charla, que habla de una relación muy estrecha entre vino y poesía desde los clásicos, se desarrolle en medio de un diálogo no sólo entre quienes componen la mesa, sino también con los oyentes.

A su juicio, la poesía es un valor seguro, algo que demuestra el hecho de que se sigue vendiendo a un buen ritmo cada uno de los libros de poemas que se editan, «evidentemente la publicación de poesía es menor ala de otros géneros, pero funciona siempre bien».

Durante su estancia en FENAVIN espera descubrir nuevos vinos con los que brindar durante los próximos meses.

Luis García Montero (Granada, 1958), participará por segunda vez en FENAVIN, donde ya estuvo en 2009 compartiendo mesa con José Manuel Caballero Bonald y Almudena Grandes. Explicaba en aquella ocasión que «el vino es una presencia en la vida que viene de muy antiguo y la literatura es una negociación con la vida, por lo que su relación es estrecha desde siempre». A su juicio, «el vino se convierte fácilmente en metáfora tanto en momentos de crisis, como pueden ser las Rimas de Bécquer, o en metáfora de la felicidad y el optimismo, como ocurre en la poesía del siglo XVIII, en José Cadalso, Meléndez Valdés o, más cerca en obras como «Poema al vino», de Borges».

Y su opinión del vino no difiere mucho de esta última perspectiva, «puesto que es una invitación a la felicidad».

A su juicio, «la gente que aprecia el buen vino aprecia la vida y esa es la gran dignidad del ser humano».

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